sábado, 24 de marzo de 2012

LAS LLAVES DEL REINO



La cantaleta tan popular de que Pedro tiene las llaves del cielo y que él determina quién entra o no al mismo, es sin duda alguna, un total disparate teológico.

Veamos lo que dice el pasaje bíblico en referencia. Mateo 16.19 dice:

“A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos y todo lo que desatares en la tierra, será desatado en los cielos”.

Siempre el contexto nos saca de toda duda. Si el pasaje anterior es parte del establecimiento del papado sobre Pedro, ya que este versículo hay que estudiarlo, junto con el anterior en donde hemos establecido quien es la roca, entonces veamos lo siguiente:

1. ¿Qué tanta infalibilidad papal tenía Pedro a partir de ese momento? Dice la Biblia que un poco después de que Jesús le dijo a Pedro lo de las llaves, Jesús dijo a todos que él iba a morir, y Pedro lo llama aparte para reconvenirle, que de ninguna manera acepte el Señor la muerte, y entonces Cristo le dice a Pedro: “¡Quítate de delante de mí Satanás!, me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios; sino en las de los hombres” Si el papa no se puede equivocar cuando habla ex cátedra ¿por qué aquí Pedro se equivocó?

2. Jesús le dice a Pedro “...te daré las llaves del reino de los cielos...” No, “las llaves del cielo” Todos los mitos que se han tejido en torno a Pedro a la puerta del cielo para decidir quién entra y quién no, son una vez más, engendro de mentira. Para entender la expresión de Jesucristo: “Te daré las llaves del reino de los cielos”, solamente hay que preguntarnos, ¿cuándo fue que Pedro las usó? Y la respuesta es obvia. En el día de Pentecostés, cuando una vez venido el Espíritu Santo, Pedro puesto en pié abre la era de la predicación evangélica, trayendo como resultado la conversión de tres mil varones.

3. Así que, las llaves del reino de los cielos, son las llaves de la predicación del Evangelio. En ese sentido dichas llaves están en las manos de cada verdadero creyente. Es a todos que Jesús ordena: “Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a cada criatura” (Marcos 16.15) Y una vez más, aquí no hay indicios de jerarquía religiosa ni primacía papal, sólo el privilegio de que Pedro fuera el primero en predicar el mensaje.




El Nuevo Testamento tiene 27 libros, de los cuales cuando menos 13 seguramente fueron escritos por Pablo, entre tanto que Pedro escribió dos epístolas relativamente cortas. Resulta obvio que Pedro mira como algo especial “la sabiduría que le ha sido dada a Pablo” (II Pedro 3.15-16). La lógica nos obliga a pensar que si Pedro es el Papa designado por Jesucristo para representarlo en la tierra y de éste vendrían todos sus sucesores; que entonces, Pedro debiera tener más revelación que ninguno otro de los apóstoles.



CONCLUSIÓN

De acuerdo a lo hasta aquí estudiado en las Sagradas Escrituras, Pedro, ni era Papa, ni presidía a los apóstoles, ni era primado en la Iglesia en Jerusalén, ni fue enviado a los gentiles, ni tenía mayor revelación que otros apóstoles, ni tuvo un gobierno sobre la Iglesia Primitiva. Sencillamente el Pedro de la Biblia, es un auténtico siervo de Jesucristo, que nada tiene que ver con el “Pedro mitológico” que el romanismo ha construido entre LA HERIDA DE LA BESTIA QUE SANO.

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